Este año, como tantas otras veces, tengo primer grado.Cuando comienzan las clases y aproximadamente una vez al mes tomo a cada uno de mis alumnos en forma individual, una sencilla evaluación de lengua y matemática, a través de la cual puedo verificar la evolución que van teniendo en sus hipótesis (ya que los dejo que resuelvan usando estrategias propias).
Cuando ingresa un alumno nuevo, hago lo mismo, para saber dónde lo ubico en el aula (ya que los chicos están sentados en grupos de a cuatro, siempre alumnos que manejan hipótesis cercanas)
Por tal motivo, cuando ingresó a fines de mayo un nene de otra escuela (no viene al caso mencionar cuál), entre otras cosas, le hice un dictado de números y escribió a la perfección el campo numérico hasta 100.Entonces le dicté el 134. Mi alumno me dijo:-"Me cagaste".Entendiendo que lo decía porque creía no saberlo, debido a que en esa escuela sólo se trabajaba hasta el 100, le dije que se animara y lo hiciera como pudiera.Lo hizo correctamente ,pero su comentario, me mostraba a las claras, que NO SE CREÍA CAPAZ DE HACERLO.
A parti de allí (es decir durante el mes de junio) le di la libertad de que desarrollara todo su potencial, usando números más grandes: en juegos, con billetes, con situaciones problemáticas, leyendo cifras grandes cada vez que surgía, etc
El 5 de julio le hice una nueva evaluación, y observé, sin sorpresa, que escribía con mucha seguridad números mayores a 1000 y no seguí probando porque se me acababa el tiempo.
La diferencia estuvo en que ahora SÍ SE CREE CAPAZ DE HACERLO.La libertad le dio la posibilidad de probar, de quivocarse y no ser burlado ni ofendido por ello, la libertad le dio la posibilidad de crecer.